El quiebre entre el discurso cuestionable y la verdad en cuestión.


Las definiciones estructuran nuestra realidad. Nos enmarcan y permiten tener nociones colectivas de verdades que nos atraviesan y agrupan. Mientras, la historia, hila un conjunto de acontecimientos y hechos, especialmente los vividos por una persona, un grupo, una comunidad, un territorio. Esa suma de acontecimientos como hitos sucesivos, dan sentido a los relatos de luchas, resistencias y voluntades encontradas, tienen el propósito de buscar en el pasado, respuestas a inquietudes presentes para indicar las distancias o la dirección en un camino.


Cada una de las mujeres que han resistido a los convencionalismos sociales y se ha revelado ante la asignación cultural de los roles de género dentro y fuera de la cancha, ha hecho de su historia hito en su territorio, generado redes virtuosas de crecimiento colaborativo, ha levantado asociaciones que subsisten bajo una realidad invisible en apariencia, poderosa en su construcción y que se hace a sí misma permanentemente a fin de conquistar un lugar que se les dijo no les es propio. Es entonces que cada una de sus conquistas, es un hito que señala el sentido y dirección de esa lucha, una lucha histórica.


Muga es el acto de marcar la dirección de un camino en resistencia, la distancia de un esfuerzo ancestral, el poder de una lucha colectiva, colaborativa, un esfuerzo de equipo por la defensa de su identidad, apropiación cultural de su territorio y el derecho fundamental de ejercer su libertad.


MUGA Señal anclada en el suelo, generalmente un poste de piedra, que sirva para marcar el límite de un territorio o de una propiedad o para indicar las distancias o la dirección de un camino.


Soy fotógrafa y entiendo la fotografía como un ejercicio de comunión entre la memoria y la conexión íntima con el mundo. Soy testigo del tiempo, y desde la imagen, sostengo la militancia de explorar las dimensiones en que el fútbol y el feminismo se cruzan. Sostengo la necesidad de levantar y poner en valor una realidad que ha sido disociada y anclada en el discursivo cotidiano. Realidad que he habitado sumergida en la periferia del relato oficial, el histórico, el masculino, el patriarcal, fuera de juego, pero desde donde arde la vida, también para las mujeres, desde este fútbol que también es nuestro.


Es ahí desde donde nace la pregunta, desde la incomodidad, el quiebre entre el discurso cuestionable y la verdad en cuestión, donde me propuse desentrañar, recuperar e hilar el relato de fe (a su pasión y su camiseta) de resistencia ancestral (familiar, comunitaria, colectiva) de alcance social y asociativo, desde donde la hinchada wanderina de mujeres y disidencias ha sido invisibilizada por el relato oficial. Estos 131 años son nuestros, este hito nos posiciona, nos valida, nos reconoce, nos encuentra y nos identifica con nuestra memoria colectiva, transformándose en un medio de constatación de una verdad.


Las imágenes muestran y expresan realidades dando testimonio de prácticas que conviven resistiendo su dimensiones históricas, políticas, artísticas, familiares, jugando un rol constitutivo de memoria, memoria e identidad como lineamiento. Es una huella, un rastro, una traza visual del tiempo, recuerdos visuales de una memoria compartida. Didi-Huberman plantea la imagen en conjunción con el tiempo, como constructora de memoria: “Siempre, ante la imagen, estamos ante el tiempo (…) la imagen a menudo tiene más de memoria y más de porvenir que el ser que la mira”.1


La imagen pasa a ser un vehículo para la memoria, comunica y refuerza identidades grupales, una reproducción ideologizada y subjetiva, una expresión de comunicación para un grupo humano determinado. Una imagen puede activar o cuestionar prácticas hegemónicas asociadas a la asignación cultural de roles de género normalizados cotidianamente mediante discursos que nos invisibilizan. “Si creamos una imagen evocadora, personal, íntima y la acompañamos con el discurso histórico, anecdótico y vital que evoque esa imagen, siendo individual, se transforma en memoria colectiva de toda una comunidad, fuente de inspiración y de pertenencia para las generaciones futuras. Cuando éste forma parte de un grupo, pasa a constituir parte de una red o tejido de información que formará parte de la memoria e identidad grupal”.2


La memoria es un enlace de narraciones que unen pasado y presente, conforman un constructo social que proyecta futuro, permitiendo a las personas realizar una apropiación cultural de su identidad, de su territorio y sea esta transformación en el intercambio de miradas lo que nos permita con verdad, perspectiva y en diversidad, enfrentar el desafío de saber de dónde venimos, quiénes somos y a dónde queremos ir. Podemos hablar de una memoria visual colectiva en la identificación de pares y la valorización conjunta de nuestra participación o accionar, en base a experiencias o espacios comunes compartidos, que pertenecen a toda la ciudadanía, entonces, la verdad en cuestión requiere poner en valor una realidad invisible para comprender un discurso aparentemente inconexo en el presente sobrepasando el discurso cuestionable.


El fútbol llega al puerto de Valparaíso de la mano de los inmigrantes ingleses presumiblemente en 1885. En 1892 la fundación del Decano del fútbol chileno Santiago Wanderers de Valparaíso, marca un hito de apropiación territorial. El fenómeno que trajo consigo al fútbol requería de organización, es entonces que “el 19 de junio de 1895, cuando un grupo de entusiastas “sportsmen” sentó las bases del fútbol de manera oficial fundando la Football Association of Chile, dotando de cierta “legalidad” y organización a un deporte amateur que se practicaba prácticamente sin ninguna regulación salvo por las mismas reglas del juego”.3


El esparcimiento u ocio al aire libre eran privilegios de la élite, los sports, actividades tales como el criquet y el tenis, también el fútbol. Este último adquiere un carácter popular, iniciando una escalada entre participación, organización y conformación de espectáculo que democratiza un espacio de convivencia y de ocio en torno a actividades de carácter deportivo, modificando dinámicas de convivencia social, donde confluyen sin distinción todas las clases sociales bajo una práctica que permitía una identificación transversal, que tenía que ver con los colores y con un objetivo en común, el fairplay (ganar en buena ley), en cancha eran todos iguales siguiendo un propósito colectivo, un equipo.


Para 1906 son numerosos los clubes que se cuentan entre los obreros industriales, destacando la creación de una Asociación de Foot-Ball Obrera en Santiago; no había liceo, fábrica, taller o casa comercial que no contara con un club de fútbol entre sus trabajadores, iniciando una carrera deportiva que habría de enriquecer su experiencia asociativa y organizativa como vanguardia del movimiento obrero.
El ocio y el concepto de descanso se decreta en Chile a fines de ese año, una de las primeras leyes sociales del país, abriendo la práctica de estas actividades de manera colectiva, pero dejando en evidencia la falta de espacios públicos para ello. En Valparaíso la práctica del fútbol se realiza en terrenos cedidos por sus dueños cercanos a los asentamientos obreros en los cerros, que generan espacios de conformación de clubes sociales y deportivos de manera exponencial. El 31 de Diciembre de 1929, con el decreto de fuerza de Ley Nº6352 aparecía la ley de Educación Física, en su artículo primero señalaba:


“La Educación Física es una atención preferente del Estado y deben recibirla todos los habitantes de la República”. “Es deber del Estado velar por el desarrollo y perfeccionamiento de las cualidades que constituyen las virtudes de la raza y aprovechamiento de las horas libres”. “La Defensa de la Raza y Aprovechamiento de las Horas Libres es una organización nacional, apolítica, eminentemente patriótica, cuya misión principal es elevar el coeficiente físico, moral, intelectual y social de todos los chilenos”.


Bajo esa premisa se podría inferir que las mujeres también estamos incluidas como habitantes de la república, pero el discurso finalmente naturalizó la exclusión amparada por la asignación cultural de los roles de género también en el deporte, lo que justificó la negación de recursos para las atletas y mujeres deportistas en disciplinas que no fueran culturalmente aceptadas como el tenis, natación y basquetbol. En este proceso de impulso a las nuevas políticas públicas las mujeres observamos como, por una parte, se da el punta pie inicial de lo que sería ya hacia 1920 la profesionalización del fútbol y por otra parte, ser testigos de cómo la asociatividad territorial en torno a este, fortalecía la conformación de clubes deportivos dando continuidad al amateurismo, amparando a su vez la organización obrera y articulación sindical, organización territorial de carácter político donde tampoco fuimos incluidas, si no más bien circunscritas a darles sustento, forma y soporte a la práctica deportiva masculina, tomando tanto las tareas de organización en ese espacio en creación como los roles tradicionales de cuidados de otros para poder formar parte activa pero siempre invisibilizadas.


En este punto el relato oficial en las revistas de la época como Los Sport (1889), El Sport Ilustrado (1901), El Sportman (1907), Match (1928), y posteriormente Estadio (1941), enfoca la cobertura de las actividades y dinámicas de los sports masculinos en todo su espectro, ridiculizando cualquier intento de aproximación de las mujeres a un espacio creado por y para hombres. Es ahí donde la frase “lo que no se nombra no existe” cobra sentido cuando el lenguaje, la imagen y la señalización del género como construcción e instrumento de organización social, invisibiliza una realidad y una historia que persiste en la memoria de todas aquellas que en resistencia desafiaron el sistema. El primer registro de fútbol practicado por mujeres en Chile es una fotografía de 1900 perteneciente al Team de Santiago de la Escuela Normal de Talca alojada en el Museo Histórico Nacional que a pie de foto reza “Nunca se nos habría ocurrido que pudiera existir en Chile un club de futbol formado por jóvenes del hermoso sexo débil”.4 En 1909 se realiza un intercity entre la Escuela Normal de Talca y la Escuela Normal de Santiago. Ya para 1918, el 11 de mayo, se funda “La Flor de Chile” primera asociación de fútbol femenina de Chile y Sudamérica, que inscribe 12 equipos de fútbol que dan cuenta de una articulación en torno a la actividad y una dinámica de asociación que se “toleraba como espectáculo de carácter benéfico” en escenarios como el Parque Cousiño en Santiago, logrando para la época de manera vanguardista, fuera del sistema, desafiar los estereotipos exponiendo su conducta disruptiva en público, desafiando su condición cívica, tomando en cuenta que el sufragio femenino se conquista recién el año 1934, pero haciendo manifiesto de un accionar colectivo ampliamente politizado en la toma de derechos y libertades de acción por medio de una organización a la par de la masculina constituyendo una realidad que se hizo a sí misma a pesar de todo.


Creo fielmente que Valparaíso tiene alma de mujer, la quebrada como herida abierta, el puerto como útero, alma que transita en aparente inexistencia, su fortaleza es aquella que hace de lo cotidiano territorio.


El puerto y la demografía afectada por una fuerte movilidad poblacional, movimientos migratorios, a fines del siglo XIX y comienzos del XX marca el desarraigo y la inestabilidad de núcleos familiares. Las mujeres, debido la falta de estabilidad en el universo masculino, se convierten en los referentes de la identidad social de la comunidad, en el momento en que el fútbol forja identidad, organización, territorio y vida. La omisión histórica de la verdad en cuestión invisibiliza una realidad que ha supervivido en su virtuosismo, un tejido social que ha levantado espacios de resistencia colectiva y organización social territorial, el valor y el sentido de apropiación de una historia colectiva, patrimonial, cultural de las mujeres de Wanderers, que reza que Valparaíso es Wanderers y Wanderers es Valparaíso, donde la imagen pretende traernos de vuelta la apropiación de nuestra identidad desde el centro mismo de la hegemonía, revelándonos ante esa concepción binarista que nos ha obligado permanentemente a reafirmar la posibilidad de ser parte de un espacio en el cual no cabemos y que sin embargo construimos. Donde pareciera ser que la femineidad impositiva, la pasión y la práctica deportiva no pueden mezclarse y ser asociadas a una actividad socioculturalmente aceptada, cuestionando el rol hegemónico y el gobierno de nuestros cuerpos, pero donde la pasión que nos atraviesa en cancha o gradería arde verde esperanza haciendo real lo que nos dijeron imposible


El día 29 de Julio del 2023, en Avenida Francia, Valparaíso, con la insignia del decano del fútbol chileno en la puntilla del cerro La Cruz como escenario, convocamos a las mujeres de Wanderers para realizar la foto de hinchas Wanderinas más grande de nuestros 131 años de historia, un hito de colonización simbólica, de apropiación identitaria en busca de visibilizar el sentido y la dirección de una lucha colectiva desde la ciudad cuna del futbol chileno.


La jornada que fue proyectada y organizada durante 3 meses, en conjunto con el departamento de deportes de la Alcaldía ciudadana y el departamento de mujeres y diversidades. Piños de mujeres como “Las Malportadas”, “Las Huracán Verde”, aportes personales y colectivos de hinchas como “Pasión y Awante” “Esta es la hinchada” “La Francia” “Los Dispersos” fueron fundamentales para levantar la organización y difusión en las agrupaciones de piños articuladas por los Panzers, entre muchas otras voluntades entrañables.


Durante el desarrollo de la convocatoria hicimos un llamado en conjunto con Justicia Divina Ediciones (@justiciadivinaediciones) a participar de un concurso para ilustradores porteños, bajo el concepto “Wanderina ilustrada”, que buscaba activar la memoria y el imaginario afectivo de la figura de la hincha porteña, impresiones en risografia que entregamos de forma gratuita a los asistentes a la actividad masiva.


La importancia de este hito y lo masivo de su asistencia buscaba además generar redes desde donde hilar la historia de las mujeres wanderinas, su práctica asociada al fútbol, sus asociación con clubes deportivos, ligas y la creación de espacios en resistencia que han sido levantados por ellas, sus madres, sus tías, abuelas, desmadejar el tejido social que invisible y poderoso han levantado las wanderinas entre quebradas y cerros, con información que fue levantada y posteriormente sistematizada que a continuación comparto.


1 G. Didi-Huberman, Ante el tiempo, trad. A. Oviedo, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2011, p. 32.
2 G. Didi-Huberman, La imagen ante el tiempo y la doble distancia crítica, The image before the time and the double critical distance, Silvia Solas IdIHCS-FaHCE-Universidad Nacional de la Plata.
3  https://asifuch.cl/de-vuelta-a-las-raices-en-el-cafe-del-pacifico/
4 Brenda Elsey, Joshua H. Nadel, Futbolera Historia de la mujer y el deporte en Latinoamérica 2021.