Deporte Social, del Barrio a la Constitución

Una fundación al servicio de los clubes de barrio

La historia del deporte en Chile, al menos durante fines del s.XIX y principios del s.XX, ha sido principalmente ligada al ocio, y era desarrollada a través de dos grandes vertientes (Sin perjuicio de que pudiesen existir otras menos masivas). Por un lado, el deporte era una práctica sumamente elitista, donde se concentraba la aristocracia en torno a la hípica o el tenis, mientras que por el otro, se trataba de una actividad impulsada por el sector privado (Ferroviario, minero, portuario, etc.) pero practicada por los trabajadores1. Existió, sin embargo, un eje común a ambas vertientes: la asociatividad civil.


El deporte, como se sostiene, es inherentemente social y por tanto requiere para su práctica del encuentro entre dos o más personas que disponen reglas, se organizan de algún modo en particular, generan identidad y, con entrenamiento y compromiso, alcanzan mejoras técnicas que en un ámbito competitivo vendrá acompañado de resultados. Pero todo lo anterior requirió ese primer -y sostenido- encuentro, que en el caso de nuestra América, y de Chile, se hace en los Clubes Sociales Culturales y Deportivos, en los clubes de barrio. La primera mitad del s. XX fue de una explosiva aparición de cientos de clubes deportivos, muchos ligados a algún sector productivo, pero tantos otros que fueron surgiendo al alero de las poblaciones y barrios cada vez más presentes en ciudades que se encontraban creciendo de norte a sur producto de la migración campestre. Ejemplo de esto fue el club que antecedió al actual Santiago Morning, el Club Deportivo Santiago, nacido en la popular comuna de Recoleta, y precursor de los encuentros “intercity” con clubes de otras ciudades como Curicó, Talca o Rancagua2. Y, como el Santiago, miles de clubes de barrio fueron permitiendo el ejercicio del deporte social para el pueblo de Chile.


Al menos hasta 1973, en Chile era posible hablar de deporte social ampliamente, como política de Estado. En los años previos al golpe militar, el gobierno de la Unidad Popular y Salvador Allende, antecedido por la primera Ley del Deporte en el gobierno de Frei Montalva3, venía impulsando el Plan Nacional del Desarrollo del Deporte y la Recreación del Quinquenio (1972-1976), que comprendía el rol político de la recreación como base de la práctica deportiva4.


El Deporte Social, supone a la actividad deportiva como un generador de situaciones de inclusión, que promueve la salud, la educación y la organización comunitaria de las personas, sin distinción de edad, sexo, condición física, social, cultural o étnica. Y posee dos grandes dimensiones, una de carácter comunitario, que guarda relación con la infinidad de relaciones humanas que se desenvuelven junto al deporte y, otra relativa al desarrollo local, que explica la influencia del deporte en el plano de las relaciones económicas, culturales, sociales e incluso políticas en los espacios donde este se desarrolla. ¿Dónde se realiza la navidad del barrio, la asamblea vecinal, o la olla común si no es en la cancha o sede del club deportivo?


El golpe de Estado que sufrió Chile en septiembre de 1973 se llevó consigo no sólo la democracia y las vidas de miles que lucharon por la libertad del pueblo, sino que también arrinconó -con todo el poder económico, mediático, político y militar-, al deporte social. Sin perjuicio de que en algunos barrios y clubes existió resistencia, la verdad es que la dictadura de Pinochet se encargó de utilizar al deporte, y en especial al fútbol, como un calmante para las masas (creando incluso clubes nuevos -como el hoy alicaído Cobreloa del Norte Grande-), pero también como el laboratorio perfecto para el experimento neoliberal del deporte resultadista y mercantil. Muchos clubes tuvieron que cambiar sus nombres para evitar ser perseguidos, y las reuniones semanales cada vez fueron más cercadas a referirse exclusivamente al partido del día domingo. Cientos de clubes fueron cerrando sus puertas, y otros tantos aguantaron en condiciones cada vez más adversas. Allí donde el deporte era ocio, encuentro, educación y calidad de vida, pasó a ser únicamente un triunfo de domingo que engañaba con su dulzor, pues trás de sí traía el debilitamiento del deporte en su comprensión social.


Las artimañas del dictador fueron todo un éxito. El Chile de hoy cuenta con una ley que obliga a los clubes de fútbol profesionales a funcionar bajo el modelo de Sociedad Anónima Deportiva Profesional, salvo que cumplan excepcionales requisitos. Si bien el fútbol tuvo el mayor impacto, los clubes deportivos del país tienen múltiples disciplinas, y el descuido del Estado ha sido devastador en cada una de estas. La actual ley 19.712 del Deporte, es una de las pocas normativas que expresamente refiere al rol subsidiario del Estado en la materia, dejando al completo arbitrio del privado el desarrollo del deporte. Olvidando que la asociatividad civil debe ser protegida por el Estado, cuidando su autonomía sin dejar de actuar positivamente para posibilitar su pleno ejercicio por las personas.


Esto significó en primer lugar abrir un amplio diálogo con clubes deportivos, dirigentes, deportistas y organizaciones que trabajan desde el deporte social en todo el país. Fruto de este trabajo fue la publicación del libro “Deporte Social, del barrio a la Constitución”, que fue entregado presencialmente a las personas encargadas de escribir la nueva Constitución, y la presentación de una Iniciativa Popular de Norma para asegurar que los anhelos del barrio se encuentren presentes en la Convención. Del mismo modo, y junto a expertos abogados constitucionalistas, como el profesor Domingo Lovera, Fundación Clubes ha colaborado en la redacción de la propuesta constitucional presentada por la convencional -y ajedrecista chilena-, Damaris Abarca. En el marco de esto último se ha sostenido que el derecho al deporte debe ser consagrado comprendiendo expresamente su función social, el resguardo a las prácticas ancestrales y el carácter transversal que este tiene para permitir el ejercicio de otros derechos fundamentales como lo son la educación, la salud, la vivienda digna, la reinserción social y la infancia, entre otros.


Intentaron arrinconar al deporte social, pero la gambeta siempre ha estado en los pies del pueblo. Hoy avanza con fuerza el deporte social en Chile, a través de la nueva constitución y del trabajo de los clubes en cada barrio del país.


1 PÉREZ, Alexander y GUERRERO, Bernardo. “Deportes, barrios y políticas públicas”. El caso chileno. Ponencia presentada al XXXI congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (Alas). Montevideo, 2 al 8 de diciembre de 2017.
2 FIGUEROA ABARCA, Dante. “Barrio Independencia, en la cuna del fútbol chileno”. Noche Unánime Editores, Santiago de Chile 2020.
3 César Contreras M., Roberto Guidotti Z. y Laura Silva S, Gobierno y política deportiva en Chile “La fallida y caótica relación entre Estado y Deporte a lo largo de la historia social chilena” (Santiago, Chile: Seminario para optar al título de licenciados en comunicación social, Universidad de Chile, 2005).
4 Op. Cit. PÉREZ, Alexander y GUERRERO, Bernardo.